Tecnología del siglo XX para millennials

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Yo probé el VDSL

Vivimos en mundo tecnológico, cada día surgen aplicaciones y utilidades nuevas, y es preciso que nos actualicemos continuamente. Se ha dicho muchas veces, que los analfabetos del siglo XXI son aquellos que no se han subido al tren de las nuevas tecnologías, y es cierto.


Pero todos tenemos un pasado, y también existe un pasado tecnológico que desconocen nuestros hijos y que los convierte a ellos en analfabetos tecnológicos del siglo XX. Así que amigo o amiga, sfuiste joven en el siglo XX, arriba esa cabeza, porque formas parte de una generación que conoce dos mundos. Veremos lo que se han perdido los millennials, acostumbrados a llamar por teléfono con su Smartphone pulsando un icono con la imagen del auricular de un teléfono Heraldo con disco de marcar. A ellos, que no les supone ningún problema guardar un documento en su ordenador pulsando el icono del disquete (cuando ya nada se guarda en ese dispositivo de almacenamiento de 1,44 MB), les interesará saber qué había antes:

 


Los coches 

 

Seat 127Seat 127En una época en la que soñamos con vehículos eléctricos y autónomos cuesta recordar cómo eran los coches de los años 80 y 90. Por aquel entonces era un símbolo de estatus el bajarte de tu automóvil llevando en la mano un voluminoso radio cassete extraíble con auto reverse, para luego dejarlo con indiferencia encima de la mesa de la cafetería, tal y como ahora depositamos nuestros móviles.

 

La mayoría de los coches carecían de cinturones y reposacabezas en los asientos posteriores, y los niños viajaban sueltos y sin sillas de seguridad. No existían los GPS, ¿para qué? si en la guantera siempre había un mapa de carreteras. Tampoco recordamos, que en invierno era necesario “tirar del aire”, o lo que es lo mismo, utilizar el starter para que entrase más aire en la mezcla y el coche no se apagase en cada semáforo. Así como cuando nos bajábamos del vehículo era preciso cerrar cada puerta, sí, el cierre centralizado era una novedad solo disponible en los automóviles más caros.

 


La música


Al igual que sucedía en los ‘250px-Tdkc60cassette.jpg80, Iron Maiden, AC/DC o los Stones siguen llenando estadios, aunque ya no estén para muchos excesos. El soporte musical de la época era, además del vinilo, las cintas de cassete, un objeto absolutamente desconocido para los niños actuales, pero imprescindible para los de entonces. Ese extraño objeto nos permitía grabar nuestra música favorita.

 

¿Había piratería? Bueno, si la había, no se llamaba así. La música se grababa directamente de la radio pulsando en el momento justo los botones REC y PLAY. En la habitación de un adolescente de la época todo podía estar revuelto, pero sus discos eran sagrados, estaban perfectamente colocados, cada uno con su funda de plástico y sin una mota de polvo ¿Curioso verdad? 

 

 

Los ordenadores


Hay que reconocer que externamente no se diferenciaban muchos de los sobremesas actuales, salvo por el monitor, la bola del ratón, y un gusto por el color beige en el diseño que nunca entendí. Pero ¿y por dentro? Eso era otra cosa: los megabytes se cotizaban a precio de oro, y pensábamos que un disco duro de 8 gigabytes no se llenaría jamás. Después llegó internet gracias a los módems que emitían unos pitidos adorables cuando se conectaban, y que perdían la conexión cuando tu madre descolgaba el teléfono del salón. Recuerdo que volábamos por internet a 32kbps, eso era paciencia. Eso y formatear el ordenador cada dos por tres, Windows 95 y los virus, hacían estragos.

 

La televisión

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En un mundo en el que los padres eran los Reyes, los niños eran el mando a distancia. Dura infancia, nos tocó vivir, levantándonos del sofá cada vez que nuestros padres querían cambiar de canal, menos mal que había pocos. Aunque, si no era el canal sería la antena de cuernos, que debíamos ajustar de forma experta y que solo funcionaba si permanecías de pie sujetándola.

 


La fotografía


Ve a casa de tu abuela y pregúntale dónde están los álbumes de fotos. Luego trata de explicarle que tú guardas las tuyas en la "nube". Aunque ese día haga sol.  Había que ser un héroe para hacer fotografías. No, no podías ver cómo había quedado la foto. Para ello, debías agotar las 24 capturas de las que disponía el carrete, llevarlo a un laboratorio fotográfico para que lo revelasen y al cabo de unos días, y tras pagar por el revelado, comprobar que todas las fotos estaban movidas o borrosas.

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Podríamos seguir. ¿Quién sigue usando una agenda de teléfonos?, ¿quién le da cuerda a un reloj de pulsera? o ¿quién envía una carta?... No necesariamente cualquier tiempo pasado fue mejor, pero conviene recordarlo.

1 Comentario
PacoUDS23
Me electrocuté con el PLC

Como decía la canción: "Buscando en el baúl de los recuerdos, cualquier tiempo pasado nos parece mejor". Y desde luego que en muchos aspectos así es.