Inteligencia Artificial, Big Data y Ética: no todo vale

Isabel_Telefonica Empresas
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Llevamos ya un tiempo oyendo hablar de Inteligencia artificial y Biga Data o analítica de datos. Sin embargo, aún existe cierta confusión con estos términos.

 

La Inteligencia Artificial y los Asistentes Virtuales aparecieron hace 50 años. Las primeras conversaciones con una máquina, Eliza,  primer chatbot de la historia, datan de 1966.

 

Eliza fue un programa informático pionero capaz de procesar el lenguaje natural empleando oraciones que previamente se habían recogido en su base de datos, como frases hechas, frases de confort y de continuidad para invitar al interlocutor a que siguiera con su conversación, y frases para generar empatía. Este tipo de oraciones se intercalaban con el análisis de las palabras clave que utilizaban los usuarios al expresarse.

 

A lo largo de los años 80 continuaron desarrollando sencillos chatbots basados en el lenguaje de programación Python, pero no fue hasta los 90 cuando empezaron a despuntar los chats como A.L.I.C.E. (Artificial Linguistic Internet Computer Entity), un programa inteligente de conversación desarrollado en 1995 que simulaba una charla real con los usuarios.

 

En la actualidad, los bots conversacionales son mucho más complejos y utilizan potentes algoritmos para el procesado del lenguaje natural, con el fin de ofrecer respuestas mucho más precisas y aproximadas a lo que busca una persona.

 

Por su parte, el análisis de datos también existe desde hace tiempo y no supone una novedad en sí mismo, pero la aparición de nuevas tecnologías con capacidad de almacenar, procesar y analizar una gran cantidad de datos estructurados y no estructurados, es decir, la irrupción del Big Data, ha abierto las puertas a casos de uso basados en Inteligencia Artificial (IA).

 

En otras palabras, para que se produjese el  despunte de la  IA se necesitaba de una gran cantidad de datos y la capacidad almacenarlos y de procesarlos de una forma muy eficiente, que es precisamente lo que aporta el big data. Elena Gil, CEO de LUCA, la unidad de datos de Telefónica, lo resume así “big data e inteligencia artificial son dos términos que se necesitan y retroalimentan”.

 

Aura, la inteligencia artificial de Telefónica,  nació con la misión de crear una relación con nuestros clientes basada en la confianza, brindándoles la opción de conversar a través de un lenguaje natural con respuestas personalizadas y en tiempo real, enriqueciendo la calidad de la información.

 

 

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Ética, Seguridad y Privacidad

El análisis de datos tiene que ir necesariamente de la mano de otro elemento: la seguridad. La población muestra reticencias en el uso de sus datos personales.

 

Para garantizar esta privacidad, que no sólo hay que garantizar desde el punto de vista ético sino por ley con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD),  es necesario ‘anonimizar’ los datos, eliminando cualquier rastro de información personal. Posteriormente los datos se tratan de forma agregada, extrayendo conclusiones sobre determinados comportamientos de muestras de datos.

 

Una brecha en la privacidad en el tratamiento de datos, puede conllevar daños reputacionales muy difíciles de superar. “En cualquier proyecto, lo primero que hacemos es garantizar la privacidad y seguridad de nuestros clientes: los datos son suyos”, subraya Elena Gil.

 

Por su parte la inteligencia artificial, una tecnología aún incipiente, también suscita un debate desde el punto de vista ético,  al dar pie a que los usuarios perciban que se deja la toma de decisiones en manos de la tecnología dejando de lado el factor humano. 

 

No en vano, hasta hace una década cuando la Inteligencia Artificial, sólo era una parte del imaginario popular para la mayoría de nosotros, la literatura y el cine han tendido a plasmar a los robots como un ente amenazador, que termina desarrollando sentimientos hostiles hacia la humanidad. La explicación no es otra que el miedo innato que tenemos las personas de ser reemplazado por las máquinas.

 

 

Por ello, Telefónica anima al desarrollo y cumplimiento de unos principios éticos, tomando la delantera a la aparición de normativas, que suelen ir por detrás del desarrollo de la tecnología. “Tenemos que autorregularnos y desarrollar principios éticos por los que nos rijamos, y que podamos comunicar tanto a la empresa como a los clientes”, concluye nuestra directora Elena Gil.

 

 

En el informe de Elcano Policy Paper, ‘”Hacia un ecosistema español de Inteligencia Artificial: una propuesta” que ha contado con la participación de Telefónica, se presentan ideas para crear un ecosistema español para la Inteligencia Artificial (IA), que cuente con modelos de gobernan... en el que pudieran participar administraciones públicas, empresas, el mundo académico y la sociedad, además de cooperar con el sistema europeo. Todo ello con el fin de construir una plataforma de IA para mejorar los servicios públicos, la competitividad de las industrias y el modo de vida de los ciudadanos.

 

Irene Gómez Luque,  directora de Telefónica Aura , cerró su intervención en el debate de la presentación de dicho estudio, comentando que “las propias empresas estamos comenzando a autorregularnos, pero hay una carencia de una unificación de una visión conjunta. Tiene que haber una directriz común sobre cómo se tiene que aplicar la IA: es un marco que debe compartirse con el resto de las estrategias que se hagan en otros países europeos”.

 

 

 

Futuro  de la Inteligencia Artificial. Retos

El uso de soluciones Big Data e IA ayudan a conocer el consumidor, mantener la relación y fidelizar el cliente, pero mientras que los sentimientos humanos son derivados de las emociones, resultado de la actividad cerebral estructurada, una IA no deja de ser un código creado por un ser humano que sólo hace aquello para lo que está programado.

 

A no ser que se programe para adquirir conciencia de sí misma, una IA  no será capaz de tener emociones ni sentimientos. Así, hay que tener en cuenta los riesgos éticos de la tecnología  y centrar la digitalización en las personas. Uno de los retos fundamentales es el de humanizar la tecnología.

 

Del mismo modo que, el impacto medioambiental de los procesos de producción se considera una responsabilidad corporativa... las compañías deben rendir cuentas en cuanto a la ética de las nuevas tecnologías y el uso agregado de datos.

 

Así, es necesario responder adecuadamente a los retos de transparencia, ética y la rendición de cuentas, entre otros aspectos en el diseño, y desarrollo de las nuevas tecnologías.

 

En este sentido, en palabras de Irene Gómez Luque  “los próximos pasos de Aura estarán encaminados a que sea más inteligente y en herramientas de privacidad, control y gestión de datos personales para que el usuario sea propietario de sus datos, y crear un ecosistema abierto con terceros para crear una nueva experiencia en el hogar”.