Aunque algunos lo pongan en duda, es muy pertinente la comparación de los toros con otras vejaciones propias del ser humano, por ejemplo, la violencia doméstica, la pena de muerte o la pederastia. Todas ellas son perversiones humanas que, por el hecho de ser humanas, no dejan de ser perversiones. Claro que nos comemos a los animales, pero el camino correcto es hacerlo lo mínimo posible y sacrificarlos siempre en las mejores condiciones, evitando el sufrimiento y, por supuesto, el espectáculo. Hacer de la tortura y muerte de un animal, dotado de tanta sensibilidad al dolor como lo puede ser un ser humano, un espectáculo público es una degradación moral que las sociedadas modernas y en camino de civilizarse ya no toleran. Por este motivo, no es suficiente decir, "si no te gusta, no lo mires". Hay que ir un paso más allá y una empresa puntera tecnológicamente como es Movistar no puede estar nunca del lado de la tortura y la muerte como diversión. ¿Toleraríamos que Movistar tuviera una cadena de pago en la que se retransmitieran en directo las ejecuciones de seres humanos que tienen lugar en el mundo? Claro que no. Sin embargo, tendría su público dispuesto a pagar. ¿Por qué? Porque el ser humano tiene una cara oscura y terrible. No podemos resignarnos a que esta cara oscura y terrible nos dirija.
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