Probemos con lo siguiente; voy a intentar adivinar tu día a día:
Te levantas cada mañana por el despertador de tu móvil, lo que te lleva a ver las nuevas notificaciones, whatsapps, likes, solicitudes de amistad, correos... Te duchas, te cambias y desayunas (por supuesto con el móvil respondiendo a todas estas notificaciones que te crean una necesidad social y laboral).
Imaginemos esto un poco más allá de la vida rutinaria de una persona corriente, un jefe de empresa por ejemplo. Tiene que contestar a unos cien mensajes cada mañana, mil correos y planear el día, todo esto a la vez que se hace el café con la otra mano. Un nivel más, y otro, y otro, hasta llegar a la cúspide del poder. Ese presidente del gobierno, o ese jefe de la gran multinacional con poder de influencia sobre decisiones importantes, probablemente tenga en sus dispositivos una seguridad mil veces mayor que la nuestra. Pero siguen siendo dispositivos, es decir, barreras traspasables, hackeables.
Personas corrientes, en ocasiones logran traspasar las barreras de la ''seguridad'' cibernética con tan sólo buscar programas troyanos o lectores de contraseñas en Google. Parece una bobería pero tan sólo con ir a un aeropuerto y poner una red Wifi llamada ''Free Wifi'', puedes robar claves de móviles, de perfiles de redes sociales, de correos electrónicos, y lo que es más grave, cuentas bancarias. Hoy en día lo tenemos todo vinculado a un pequeño dispositivo que nos cabe en la mano, ese pequeño ser al que creemos controlar, cuando es él el que nos controla a nosotros. Hacer una sencilla transacción de esa cuenta hackeada a una cuenta bancaria ficticia de la que luego haces movimientos para obtener en la tuya ese dinero.
Así de sencillo es mover dinero ficticio. Obviamente luego es perseguido y condenado, pero así de sencillo es.
De todas maneras, sigue siendo dinero, que antes o después obtendremos de vuelta mediante demandas al banco etc... Pongámonos en esta situación, pero de nuevo haciéndola un poco más compleja: secretos de estado, decisiones de guerra que involucran a países enteros. Financiaciones en negro a organizaciones terroristas. En este mundo globalizado, no es difícil poner en alerta todo un país por un error cibernético.
Elliot (Remi Malek), nuestro protagonista, el Albert Einstein de la informática está al tanto de todo esto y más. Sabe lo sencillo que es entrar en la vida de las personas, conocerlas antes de que digan una sola palabra, pero también sabe que el sistema democrático en el que tanto creemos, se tambalea por momentos. Tanta libertad cibernética abre un abanico de posibilidades para esas personas que hablan en idioma binario, ese sector de la sociedad tan especializado en no existir físicamente, en estar de un modo abstracto, en ser indescifrables, totalmente ocultos, fantasmas del mundo real. Esos hackers que tanto poder esconden tras la sombra. Una hoja de doble filo, ser una sombra en la sociedad no siempre es fácil. Somos seres sociales, y vemos lo que nos rodea, los valores que recibimos en la infancia se aferran a nosotros, un caparazón que cargamos inherentes a las condiciones de la persona. Como vamos descubriendo en la serie, cada uno lo resuelve a su manera, incurriendo en drogas, antidepresivos, trastornos compulsivos, extorsión de la personalidad, entre otras.
Nuestro protagonista se involucra en una revolución cibernética con el fin de hacer de este un lugar un poco mejor, de sacar a la luz injusticias sociales y judiciales, personas poderosas que son juzgadas subjetivamente según su poder adquisitivo. Elliot nos hace sentirnos parte de él mismo, ya que sufre un trastorno por el cual habla con su subconsciente. Una magnífica forma de hacernos sentir todo lo que nuestro protagonista piensa, cree y dice. Se refugia y sincera con nosotros, vemos su más oscura y solitaria forma, que nos da a entender rasgos que han construido su personalidad. Nos hace formar parte del movimiento que quiere llevar a cabo, porque nos pone la realidad de frente.
Nos hace entender que nuestro mundo actual se mide en números. Número de seguidores, número de amigos en facebook, número de títulos académicos, número de trabajos cursados, número de personas alistadas al paro, número de alumnos en lista de espera. Números y números que nos definen antes que las palabras. Porque son más ''ilustrativos'', o eso nos venden. Detrás de cada uno de estos números hay una historia, pero no hay tiempo para analizar cada una de ellas. Cada día sintetizamos más las cosas. El mundo se ha hecho más complejo y competitivo, pero en muchos sentidos, también más frívolo e impersonal, más antinatural. Y tenemos que elegir; adaptarnos o morir. Pero nuestro protagonista nos ofrece un tercer punto de vista, ni adaptarnos ni morir, transformarnos. Volver a tener un poco más de racionalidad sobre las cosas, un mundo más justo que no sea domado por las grandes corporativas mundiales. Devolverle a cada cosa la importancia que tiene. Volver a ver a las personas como tales, y no como números en un ordenador. Quizás avanzar tan rápidamente nos ha hecho atrasarnos en muchos otros sentidos, así que es hora de darle al ''pause'' mediante una revolución cibernética.
(SPOILER ALERT!): Sólo para quienes hayan visto la primera temporada
¿Qué nos espera en esta próxima segunda temporada?
Tras una primera temporada increíble (disponible al completo en VoD y Yomvi), que nos ha dejado con la piel de gallina en muchos momentos, se podría decir que se avecina una intrigante segunda temporada.
Elliot empieza a controlar su problema de ''autismo'' recordando a su padre, ese supuesto Mr. Robot (Christian Slater) que le guiaba. Ahora sabe que él es el máximo responsable de 'FSociety', que no fue elegido por una prueba de hackeo que resolvió en 'AllSafe', era todo una excusa para perder un poco de protagonismo, no ser el que guiaba la organización, sino sólo el que daba ideas sobre los planes. Porque ser protagonista con los trastornos psicológicos que sufre Elliot, quizás no era la mejor idea.
La pura realidad le va comiendo poco a poco hasta ese increíble momento, donde vemos las fotos de su infancia(que ya habíamos visto antes sin darnos cuenta), donde aparece '' Mr Robot'' como su padre. Nos desmontan toda la serie hasta el momento y nos hace replantearnos, hasta qué punto Elliot está cuerdo. ¿Para qué son realmente esas pastillas que tanto necesitaba y ya no tiene?, ¿quizás para evadirse de la realidad de alguna manera y seguir en su mundo ideal?. Ahora que sabemos todo esto, cabe pensar que podríamos ver la transformación de nuestro protagonista.
Nos queda una intrigante carta sobre la mesa, ¿Cómo se llevo a cabo la revolución?. Observábamos como Tyrell Wellick (Martin Wallström) aceptaba entrar en ella, y ayudar a Elliot a ejecutarla, pero no vimos el proceso, simplemente el despertar en el coche de Tyrell, pero sin él. ¿Qué habrá pasado?, ¿dónde estará?, ¿será cierto que Elliot lo mató como le dice su padre, o quizás es el que está tras la puerta en esa escena final?
Un final de temporada que nos deja con más preguntas sin resolver. A cada capítulo nos fueron surgiendo nuevas dudas, pero ahora la revolución está en marcha y aún no sabemos si es real, ni cómo ocurrió. El mundo se está hundiendo por momentos, y Elliot cada vez sabe más de sí mismo, pero menos de lo que está ocurriendo.
Esta noche, a las 22:20h, en exclusiva en Movistar Series (dial 11).
Disponible en Yomvi de Movistar+
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