Las cabinas de teléfono, tan presentes en nuestros pueblos y ciudades durante décadas, han sido un elemento vertebrador de la sociedad española durante años, y en muchos casos., la única forma de comunicarse de miles de españoles antes de la aparición de los teléfonos móviles. En esta nueva entrega de #HistoriasDeTelefónica vamos a repasar la crónica de este servicio público tan importante en la historia de nuestro país.
¿Qué es una cabina telefónica?
Para muchas personas, sobre todo para las de generaciones posteriores, esta pregunta puede parecer absurda o evidente, pero como señala un estudio de la CNMC del año 2020, el 88 % de los españoles jamás ha utilizado una cabina telefónica, por tanto, la mayor parte de la población española no ha hecho uso de una y probablemente, gran parte de ella no sepa siquiera que son.
Una cabina telefónica según Wikipedia, es una pequeña estructura, que en su interior contiene un teléfono público. El diseño más conocido de las cabinas telefónicas son las rojas usadas en varias ciudades del mundo. Están hechas para que quien las utilice no se moje cuando hay lluvia y también para respetar la privacidad de quien las usa.
El inventor de la cabina fue el norteamericano William Gray, que recibió la patente por su aparato el 13 de agosto de 1889. La idea para un teléfono público se le ocurrió porque su esposa se encontraba en el hospital y desde la fábrica en la que estaba él no le dejaron llamarla. El invento de Gray fue la primera máquina que cobraba el coste de la llamada, sin operador y estaba instalada en un banco en la localidad de Hartford, Connecticut. Años después, Gray fundó la Gray Telephone Pay Station Company, exitosa empresa con la que pudo comercializar su invento.
La historia de las cabinas en España
En España, la primera cabina telefónica se instaló en 1928 en la caseta del Viena Park (hoy, Florida Park) en el Retiro de Madrid. Recordemos que por aquel entonces se necesitaba una operadora para atenderlos. Su despliegue fue paulatino, y si somos puristas, aunque esta caseta se considera la primera cabina del país, en realidad era un 'cajetín', diferente al concepto actual que tenemos de lo que es una cabina.
Sin embargo, si nos referimos a cabinas, tal como las conocemos actualmente, con un cubículo destinado a albergar el teléfono público, hay que remontarse hasta los años 60, ya que la primera cabina telefónica de este tipo se instaló en España en 1963, cuando comenzaron a desplegarse en las vías públicas de nuestras ciudades, primero en Madrid y Barcelona, y posteriormente en otras ciudades del país como Bilbao.
Estas primeras cabinas eran solo válidas para realizar llamadas urbanas. Los modelos eran en aluminio y vidrio, con un aparato de 'fichas' y con unos soportes especiales que contenía la 'Guía telefónica urbana' de la propia población.
Al principio de su historia en España, las cabinas funcionaban con fichas que se compraban en bares y estancos. Años después de éstas, en los 70, llegarían las monedas, cuando Telefónica comenzó la sustitución de esos teléfonos por nuevos aparatos adaptados para las pesetas.
Desde ese lejano 1963, las cabinas fueron el medio de comunicación para millones de españoles, un sitio donde poder hablar con los seres queridos cuando estabas de vacaciones, una forma de poder llamar a alguien con quien habíais quedado desde la calle y no terminaba de llegar, o simplemente, la forma de comunicarse de los habitantes de esos miles de pueblos en los que, no todos los vecinos, disponían de teléfono en sus domicilios. Sin duda las cabinas han sido un elemento vertebrador de las comunicaciones de nuestro país durante décadas.
En el año 1966, las cabinas telefónicas públicas, fabricadas con aluminio anodizado, fueron adjudicadas a la empresa Manufacturas Metálicas Madrileñas, S.A. Por su parte, CETESA, empresa filial de Telefónica, realizaba el mantenimiento y explotaba en numerosos ayuntamientos la concesión publicitaria de las mismas.
En 1985, las cabinas sufren un "limpiado" de cara con su adaptación a la nueva identidad corporativa, cambiando su cartelería, por una adaptada al nuevo logotipo de la empresa que tenía apenas un año.
En 1990 se alcanzaron las 42.000 cabinas instaladas en España y se anunció el despliegue del "Teléfono Modular" que admitía como pago tanto monedas, como tarjetas electrónicas.
En ese año las telecomunicaciones de uso público en España ya eran responsabilidad de la empresa filial TTP (Telefónica Telecomunicaciones Públicas).
En 1999, la planta instalada en la Vía Pública se situó en 66.889 terminales, y se inició un proceso de reubicación de aquellas cabinas de escasa utilización, hacia zonas de fuerte demanda.
El fin de las cabinas
En España, a finales del año 2020 había 14.824 cabinas de teléfono, la cuales registraban una media de 0,17 llamadas al día, o lo que es lo mismo, una llamada semanal de promedio, y cuyo su uso, coincidiendo con el boom de la telefonía móvil, se había reducido drásticamente durante los últimos años de siglo. XX.
En 2021 el Gobierno decidió excluir a las cabinas y a las guías telefónicas del servicio universal de telecomunicaciones, por lo que el Estado pasó a mantener esta prestación en todo el territorio nacional garantizando que hubiera, al menos, un teléfono público de pago en cada localidad de 1.000 o más habitantes, y una cabina en cada uno de los municipios de menos de 1.000 habitante, en ese año sobrevivieron alrededor de 14.000 cabinas.
La irrupción de la telefonía móvil a mediados de los 90, fue sin duda la causa principal de su declive, teniendo en cuenta que ya en 2006 se registraron más líneas de teléfonos móviles que habitantes.
Respecto a las cabinas que quedan y se van desmontando, aquellas que ofrecen un buen aspecto se guardan en los almacenes de Cabitel, filial de Telefónica, responsable de estos activos, donde se guardan decenas de ejemplares para posibles usos relacionados con el cine o para decorados de época.
Las tarjetas para cabinas
Como hemos comentado previamente las cabinas telefónicas comenzaron a funcionar con un sistema de pago con fichas para posteriormente evolucionar a cabinas que se usaban con monedas, y posteriormente con aquellas que admitían el pago con tarjetas con saldo prepago.
Las tarjetas telefónicas se inventaron en el otoño de 1975, la empresa involucrada en su desarrollo, SIDA, no pertenecía a la industria de las telecomunicaciones, pero era fabricante y proveedora de máquinas expendedoras.
En el año 1976 se produjeron y comercializaron las primeras tarjetas telefónicas de prepago en Italia para combatir el vandalismo en los teléfonos públicos. De hecho, había escasez de monedas en Italia en ese momento, y el robo en teléfonos públicos era común. Se introdujeron tarjetas con una banda magnética en la parte posterior para usar en teléfonos especiales para combatir la escasez de monedas. Las primeras tarjetas eran demasiado delgadas y se atascaban con frecuencia. En años posteriores, las tarjetas telefónicas prepago con autorización de banda magnética, se extendieron al resto de Europa. En particular a Austria, Suecia, Francia y Reino Unido y se hicieron razonablemente populares
En nuestro país las tarjetas telefónicas llegaron a principios de los 80, mediante las famosas tarjetas prepago, las cuales permitían efectuar llamadas mediante un saldo precargado que evitaba tener que llevar "cambio" (monedas) en el bolsillo.
Dichas tarjetas, se han convertido a lo largo del mundo y con el paso del tiempo, en elementos de coleccionismo, con personalizaciones tales como eventos deportivos, efemérides, motivos turísticos, publicidad etc... que convertían cada tarjeta en un objeto único.
A mediados de los 90, este fenómeno alcanzó su punto álgido, encontrando más de 2 millones de coleccionistas a nivel mundial, a través de páginas web sobre este hobby, donde los coleccionistas podían encontrar miles de modelos diferentes en todo el mundo, cada cual con una historia personal diferente.
¿Pueden recibir llamadas las cabinas?
Seguro que esta es la típica pregunta, que todos los que conocimos las cabinas, nos hicimos alguna vez ¿me podrían hacer una llamada a una cabina? y es que el influjo de las películas americanas siempre ha estado presente en el imaginario popular, y todos recordamos la típica película de acción en la que una cabina comienza a sonar, un transeúnte que justamente pasa por esa esquina decide coger el teléfono y antes de que se dé cuenta está metido en una trampa mortal y la voz al otro lado del teléfono comienza a extorsionarle.
Pues bien, tecnológicamente no existe ningún problema que impida telefonear a una cabina pública, sin embargo, la línea que da servicio a las cabinas telefónicas de España, así como las de la mayoría de los países de nuestro entorno, no permite la recepción de llamadas, cuando alguien llama desde una cabina a un teléfono con identificador de llamada aparece un número que corresponde al código de identificación de la misma, si se llama al mismo nadie responde. Pero hay excepciones: algunas poblaciones españolas de difícil acceso que contaban con una sola línea solía ser pública y estaba habilitada para recibir llamadas. En América, sin embargo, las cabinas públicas sí que disponen de este servicio y pueden recibir llamadas, por ejemplo: Bell en Canadá, Barafón en México o COPACO en Paraguay.
La cabina de Mercero
En el año 1972 el director Antonio Mercero rodaba el que es uno de los mediometrajes más recordados de la historia de nuestro país, La Cabina, en el mismo, José Luis López Vázquez interpretaba a un hombre, que, durante gran parte de los 35 minutos del metraje, se quedaba encerrado en la cabina, con la consecuente angustia que eso le producía a su personaje y al espectador. Y es que La Cabina fue un film que causó tal impacto en la sociedad española, que, desde su emisión, los usuarios no cerraban la puerta de la cabina por miedo a quedarse encerrados.
El film consiguió un hito histórico al lograr un Premio Emmy internacional al mejor telefilme y un Fotogramas de Plata al mejor intérprete de televisión para José Luis López Vázquez en 1973.
Tras el fallecimiento de Antonio Mercero en 2018, surge una iniciativa popular para instalar una cabina en homenaje al director en el lugar donde se produjo su rodaje bajo el #UnaCabinaParaMercero, siendo el guionista David Linares, quien impulsó dicha propuesta en 2018, poco después del fallecimiento del cineasta.
La votación de dicha iniciativa popular fue finalmente aprobada por unanimidad el Pleno del Ayuntamiento de Madrid que se celebró en 2019, y dos años después de dicha aprobación y gracias a la colaboración de Telefónica y la Academia de Cine, se inauguró el monumento en homenaje a Antonio Mercero en el lugar donde se rodó La cabina, entre los números 6 y 8 de la calle Rodríguez San Pedro, en el distrito madrileño de Chamberí .
La cabina de Telefónica
A modo homenaje a la popular cabina, Telefónica anunció en el macro del MWC23, su nuevo espacio denominado “La Cabina”. Una iniciativa que constituye el considerado “centro de inspiración tecnológico” de Telefónica y está dedicado a la transformación digital de las empresas y las administraciones públicas integrada en el Hub de Innovación y Talento de la misma.
La Cabina situada en la sede de Telefónica en Las Tablas, dispone de 2.000 metros cuadrados con los mejores espacios y la tecnología más avanzada para el desarrollo de toda la actividad formativa, con el objetivo de promover el más completo y poderoso ecosistema de aprendizaje corporativo del mercado en la actualidad.
Cuenta con más de 40 kilómetros de cable desplegados y más de 300 millones de pixeles entre todas las pantallas del centro. Asimismo, posee lo más avanzado en conectividad 5G y fibra óptica.
Hay desplegada una red dedicada exclusiva para el Stand Alone (SA), radio en bandas medias y milimétricas. Eso aparte de un Network Slicing. Con sus 2.000 metros cuadrados, el nuevo espacio de Telefónica cuenta con el mayor ámbito demostrativo de Telefónica, con más de 180 escenarios operativos, con los que mostrar las tecnologías más relevantes en la digitalización, como el cloud, el IoT, la inteligencia artificial (IA), el Big Data, el blockchain o la ciberseguridad.
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