Unas vacaciones diferentes (y más largas) gracias al teletrabajo

Editor_Telefonica Empresas
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Este verano está siendo atípico por muchas razones. La pandemia ha generado nuevos escenarios sociales, pero también laborales, y es que muchos de nosotros llevamos meses trabajando desde casa... o desde otra ubicación. Teletrabajar con una conexión de internet, nos permite desubicar nuestra localización y desplazarnos a donde mejor nos convenga, siempre que dispongamos de conexión de banda ancha, ya sea fibra o 4G de calidad. 

 

 

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El espacio de trabajo cambia por completo

 

Más de uno ha alquilado una casa durante más tiempo del habitual o se ha desplazado al pueblo de manera semi-permanente desde junio hasta septiembre. Una vez en el lugar que queremos estar, hay que encontrar la mejor ubicación posible: un lugar cómodo, fresco, bien conectado y a poder ser, aislado del resto de la casa. Una zona de trabajo adecuada. Encontrar un buen espacio de trabajo es importante para nuestra concentración.

 

En aquellos lugares donde no disponemos de buena conexión en nuestro domicilio, muchos pueblos y localidades disponen de espacios preparados para desarrollar el famoso coworking, una alternativa a tener en cuenta cerca de nuestra segunda residencia. Suelen contar con banda ancha, es un lugar de trabajo adecuado y nos puede compensar ya que no necesitamos espacio extra. De hecho, puede que la promoción de este nuevo sistema deslocalizado de trabajar, fomente oportunidades para pueblos o localidades pequeñas, donde muchas personas querrían establecer su vivienda pero cuyas empresas estaban en grandes ciudades. 

 

 

Pros y contras del teletrabajo en verano... y siempre


El teletrabajo tiene muchas cosas positivas, especialmente en todo lo que se refiere a conciliación, tranquilidad y autogestión. Para muchas personas, supone una mejora significativa de su calidad laboral, y las empresas aprecian este mejor clima en forma de aumento de la productividad. No obstante, los sindicatos denuncian que de este modo, el empleado acusa una serie de gastos que deberían repercutir parcialmente en la empresa, como puedan ser la luz, la conexión, la calefacción en invierno... Son aspectos que poco a poco se comienzan a desarrollar en un nuevo modelo de trabajo que, tanto durante la crisis sanitaria como después, parece que ha alterado el sistema laboral al que estábamos acostumbrados.