ULTIMA HORA!
Emilio Troleiro, nuestro mejor reportero, ha podido entrar en la iglesia de Castelflorite.
Atardece, el frío y la humedad calan los huesos. El silencio en todo el pueblo es auténticamente sepulcral, interrumpido a lo lejos por los gritos que proceden del interior de la iglesia, unos gritos desgarradores, de auténtico pánico, unos gritos que nadie en el pueblo quiere ni debiera oir.
Ante mí, la estampa de la iglesia románica de San Miguel Arcangel del Siglo XVI erigida en piedra de sillería, se me torna completamente siniestra. Me siento en el banco que se encuentra justo enfrente, dejando que me separe de ella solamente una pequeña plaza inóspita de baldosas hidráulicas. Algo o alguien parece avisarme que sería un error entrar, pero no hay nadie en la plaza, no hay nadie en la calle.
Sentado en el banco a pesar del frío no consigo moverme por más que lo intento, miro fijamente hacia el frente, observando el pequeño pórtico, de construcción mucho más moderna que el resto de la iglesia para proteger la entrada principal, como queriendo esconder algo de su interior y que me provoca una pérdida de sensibilidad profunda de todo mi cuerpo debido al terror que estoy sientiendo.
No puedo dejar de mirar. Los alaridos siguen atravesando los muros de silleria y cantería de forma intermitente, hasta llegar a resultar agónicos y difíciles de soportar.
Hay alguien en ese pórtico mirándome, veo el perlado de sus ojos y su siniestra sonrisa en la oscuridad, pero hay algo que me impide levantarme por más que quiero. Estoy muerto de miedo y de angustia. Quiero marcharme, aunque no consigo entender que me une al banco de forja, la ansiedad empieza a apoderarse de mi cuerpo.
De pronto, los alaridos han cesado, y vuelvo la vista al pórtico. No hay nadie. El misterioso personaje ha desaparecido. Puedo comenzar a moverme muy lentamente. No se cuanto tiempo ha transcurrido, parece que llevase tres noches sin dormir, estoy agotado, pero no puedo resistir la tentación de entrar en esa iglesia, necesito saber que está pasando realmente, así que me dirijo al pequeño pórtico, atravieso bajo el arco de medio punto dovelado, y abro la puerta de la iglesia que se encuentra simplemente encajada.
Me asomo ligeramente antes de entrar y observo que una tenue luz ilumina toda la estancia. No veo a nadie, está todo en un silencio que se podría mascar y los escalofríos no cesan de recorrer mi cuerpo arriba y abajo una y otra vez. Me cuesta respirar por la angustia y tengo el cuerpo entumecido.
Estoy dentro, echo un vistazo y me encuentro bajo una bóveda de crucería que muestra un fajón apuntado con la clave rematada con un motivo de estrella, en su muro del Evangelio queda la impronta de un pequeño púlpito, y en el de la epístola una capilla barroca cubierta con cúpula galonada sobre pechinas.
Estoy solo, pero ¿de donde viene esa tenue luz? es noche cerrada ya, y la iglesia no posee sistema de iluminación. Decido sentarme un viejo banco de madera tras una columna, cuando de repente salen de la nada dos personas portando un marco de fotos en la mano. Tienen rasgos asiáticos. Deben ser los tripulantes del barco. Me agacho para que no me vean, aunque están completamente absortos en el marco de fotos de color blanco, al que no dejar de tocar con su dedo indice por todas las partes del cristal mientras deambulan por toda la iglesa emitiendo unos extraños sonidos, similares a los de... !no puede ser! a un balido!
Me fijo bien en ellos, están con el torso desnudo, y presentan cicatrices y marcas en el cuerpo.
¿Que está pasando aqui?
En ese momento, siento como una mano me toca el hombro por la espalda........
