Durante el mes de mayo pasado se me hizo una oferta de portabilidad desde Movistar. La misma consistía en igualar las condiciones que tenía en Vodafone (cuota de 6 € y 8 cts.minuto) y en recibir un teléfono. Se me dijo que era una oferta que representaba el 50% de la cuota que en esos momentos estaba en vigor. La portabilidad se realizó sin incidencias, aunque no la recepción del móvil (cuestión que ahora no toca exponer). Sin embargo, las condiciones pactadas no se cumplieron. El acuerdo verbal alcanzado (teóricamente grabado) con las tarifas ofrecidas no se aplica. En cambio han fijado unilateralmente una tarifa en la que se incluye un bono 12 € de fin de semana y el pago añadido de todas las llamadas realizadas. Resultado: de 6 € mes que pagaba en Vodafone se ha pasado a 12 € fijos más el cobro de todas las llamadas que efectúe.
El día 5 de julio reclamo al 1004, me proporcionan el número de incidencia 3378272 y me dicen que se resuelve el tema. El día 14 de julio recibo una llamada de Movistar y me comunican que la oferta que me hicieron no existía, que era imposible.
No creo en que el cliente siempre tenga razón, como tampoco creo en que la tenga Movistar. La gestora comercial (de la que conservo nombre y apellido) negó la existencia de tal oferta con un peculiar estilo: me hizo sentir como un delincuente que pretendía sacar partido de una oferta inventada por mi parte. Le planteé que reconsiderara su actitud escuchando la grabación efectuada el día de la oferta y que me participara copia de la misma. A fecha de hoy (3 de agosto) el asunto se encuentra sin resolver y las facturas continúan con el precio unilateralmente decidido por Vds. Mientras la gestora no ha vuelto a dar señales de vida y el Dpto. de Atención al cliente habla de que "la especialista contactará conmigo".
Tengo 60 años, son cliente de dos líneas fijas y ADSL (una línea desde 1978) y como usuario, cliente y accionista que soy me siento decepcionado, indignado y, especialmente, ofendido. Respecto a lo último me parece prepotente y rechazable que al cliente no se le ofrezca ni tan siquiera el beneficio de la duda sobre lo que reclama. En cierto sentido llego a pensar sino obedece todo a una estrategia de la compañía que consiste: permitir ofertas incontroladas (o sabiamente controladas), rechazar de plano las quejas al respecto y, posteriormente, por agotamiento, ver si el cliente se olvida de las mismas. Lamentable.
Les ruego me participen si ven la forma de resolver el problema o la posible experiencia al respecto.
Manel LaGa
